Dormitorio de Dimitri Belikov

Llegar al lugar que durante el resto del año, o hasta que la princesa Dragomir se graduara, era un alivio. El viaje había sido muy largo luego de encontrar a las fugitivas, ahora lo que quería era por fin desempacar mis cosas y poder instalarme bien. Luego de mi llegada, inmediatamente después, se me había asignado la misión de encontrar a las chicas que huyeron.

Puse mis dos escasas maletas sobre la cama y me dispuse a desempacar. La habitación era espartana, como todas las que ocupábamos los guardianes, con una cama, un escritorio y un armario. Puse mi ropa y los tres pares de botas militares en el armario y luego acomodé mis muchos libros de vaqueros en el escritorio ya que no contaba con computadora. Eso si, alguien había tenido la amabilidad de darme un teléfono, eso era bueno, ya que por lo regular me gustaba mantener contacto con mis amigos, que si bien no eran muchos, si eran entrañables.

Me acosté en la cama un rato y me puse a leer, pero no uno de mis muchos libros, sino el expediente de mi nueva responsabilidad... Rose Hataway... Una chica con un largo historial de problemas, peleas, insubodinacion... bueno, la lista continuaba por al menos quince hojas. Extrañamente, me recordó mis días de escuela.

Dejé el expediente a un lado y me puse a vagar por la escuela, estudiando cada rincón donde alguien pudiera esconderse.

Me tiré sobre la cama, exhausto y con dolor de estomago. No era un dolor regular, no era por la comida ni nada parecido, era algo diferente, algo que no había experimentado hasta el momento, y eso me daba miedo.

No es que yo sea muy valiente, pero pocas cosas me inspiran un miedo real, así que en ese momento estaba petrificado sobre la cama, aferrando la cobija con las manos, pensando que todo lo que pasaba por mi cabeza no era más que una reverenda tontería.

Mi cerebro estaba inundado de Rose, sus movimientos durante el entrenamiento, sus miradas mordaces y enfadadas. Me dí con la palma de la mano derecha en la frente, intentando sacarla de mi mente. Eso no podía ser.

Quizá todo esto se debía a Isa y Kostia. Aunque no quisieran admitirlo, había algo más entre ellos que una simple amistad. Quizá sólo me estaba proyectando emocionalmente con la única persona con quien convivía realmente a parte de Isa. Si, lo más seguro es que se tratara de eso...

Pero el dolor de estomago seguía ahí...

Intenté entretenerme con uno de mis western... pero no funcionó, de hecho lo único que conseguí fue pensar más en ella, en que le preocupaban cosas raras, como por ejemplo San Vladimir. No creí que una chica de su edad se interesara por eso. Como sea, de pronto caí en la inconsciencia sin darme cuenta...

Y pronto me encontré soñando con Rose....

Nunca he sido una persona romántica, y mucho menos he pretendido serlo. De hecho jamás he sentido nada romántico por nadie. Nunca, ni siquiera en el colegio. Siempre estuve consiente de mi función en el mundo, y tener esperanzas de romance con alguien entorpecería mi misión.

Pero esa noche estaba ahí. Era el gimnasio, lo conocía bien ya que se había vuelto mi lugar favorito en la Academia a pesar de que nunca se lo diría a nadie.

Estaba leyendo mi libro en la misma posición en la que me había dormido. Cerré los ojos un momento, no sabiendo bien por qué, era como si quisiera regresar a la realidad con esa acción.

Entonces sentí cosquillas en la nariz y abrí los ojos de golpe, poniéndome tenso ante cualquier amenaza. Pero no era nada de eso... era Rose. Ella me dedicaba una enorme sonrisa, esa que no me había dedicado ni me dedicaría nunca. Una sonrisa franca y alegre. Jugaba con un mechón de su sedoso cabello a hacerme cosquillas. Era la imagen más maravillosa que había visto en la vida.

- Buenos días- dijo ella.

Todo era tan real y a la vez sabía que era un sueño, por lo que tuve que pasarle las manos por el rostro y el pelo para recordarme lo que en realidad era. Pero me quedé repentinamente de piedra cuando mis manos tocaron su cabello pesado y su piel tersa. Una necesidad desconocida comenzó a crecer en mí.

Por si fuera poco, cuando eché un vistazo al cuarto, mi corazón latió con fuerza lleno de felicidad y supe que no quería despertar del sueño. Estaba en mi casa en Rusia, en mi antigua habitación.

- Dimika, Rose, levántense a abrir los regalos- era la voz de Viktoria al otro lado de la puerta. Miré a Rose con los ojos como platos.

- Te va a encantar lo que te compré- declaró. Y se puso en pie, arrastrándome fuera de la cama. Por alguna razón yo quería seguir ahí con ella.

Fuimos directo a la sala. Era como si Rose conociera la casa a la perfección. Saludó a todo el mundo mientras pasábamos hacia el lugar donde descansaban los regalos. Y ahí estaba toda mi familia, sonriéndome desde diferentes puntos de la sala. No me pude contener y le besé las mejillas a mi madre un par de veces, pasando mis dedos por sus parpados. La extrañaba tanto...

- ¿Qué te pasa hoy, Dimika?- me preguntó- Ni cuando eras niño me abrazabas de esa forma.

- Es... el espititu de la navidad- repuse, tenía un nudo en la garganta por la emoción.

Ahí estaba también mi abuela y mis sobrinos, sonriendo cuando Rose me extendió un paquete rectangular con un moño rojo brillante. Lo abrí lleno de dicha, ella había dicho que me iba a gustar, y francamente eso esperaba, aunque una parte de mí no lo dudó ni un segundo. Era un libro western, como los que siempre leían.

- Era eso o un abrigo, pero no encontré u]no de tu talla[/i- me dijo.

- Es perfecto- le aseguré, y la acerqué a mi- Gracias.

Podía sentir su aliento contra mi labio inferior, su respiración que de pronto se torno agitada. Sentí el corazón contra mis costillas conforme nos acercábamos....

Y entonces... desperté...

OFF: Dedicado para Isa, que me molesta en MPs para que lo escribiera. Espero que sea de tu agrado, a ver si un día de estos tan siquiera comienzo a llegarte a los talones. También a Rose, que espero que te guste tanto como a mí mientras lo escribía.

"Repiteme de nuevo que haces aqui Rose" pregunto esa estupida vocesita en mi cabeza que cada dia se parecia mas a la de Kirova, estaba en el edificio administrativo, en el area de los guardianes, especificamente frente a la puerta de Dimitri... Belikov!!! "Belikov Rose Belikov" me repeti mientras golpeaba mi cabeza con el libro que llevaba en las manos, oh cierto el libro, el motivo por el que estaba aqui parada hablandome a mi misma como estupida.

Belikov habia olvidado su vieja novela en la banca del gimancio en nuestro ultimo entrenamiento y, no sin antes leerla porque me mataba la curiosidad, aqui estaba yo la buena de Rose devolviendo lo que no era suyo. Suspire daba lo mismo y no tenia caso seguir esperando ya habia caminado hasta aqui.

Toque a la puerta dos veces sin recibir respuesta, luego toque mas fuerte, que esta dormido oh que, pense irritada mientras jugaba con el libro en mis manos hasta que al fin escuche ruidos adentro.

Sentía un cosquilleo en las manos, como si me hubieran quitado algo que quería con desesperación. Mis manos se sentían vacías en una forma diferente y dolorosa. Me di con la palma de la mano en la frente, recordándome que cualquier cosa que yo pudiera querer, debía quedar en segundo plano. Sobre todo si esa cosa era Rose.

¿Por qué me había despertado? Recordé de pronto, pensando que deseaba quedarme en el sueño anterior. Entonces la acción que me sacó del sueño se repitió, alguien llamó a la puerta.

Lleno de pesar por mi, literalmente, sueño perdido, fui a abrir.

No podía ser cierto, no debía ser cierto. Era como si el destino me jugara una broma cruel. Rose estaba de pie frente a mi puerta, con la mano arriba dispuesta a tocar de nuevo. Pero aún, con la mano a una altura que podría tocar mi pecho desnudo en ese momento, pues estaba en pijamas.

Me tensé en mi lugar cuando las sensaciones del sueño saltaron a la realidad. Esa necesidad de ella, de esa chica cinco años menor que yo.

- ¿Todo está bien con Lissa, Rose?- le pregunté, remarcando el nombre de la moroi en un intento por recordarme cuál era mi obligación y así centrarme en lo que debía.

Tuve que dividir todo en varias partes, comenzando por el echo de que la princesa Dragomir estaba bien. Siguiendo con el echo de que mis manos seguían picando de una manera molesta. Y terminando con lo peor, ella se había dado cuenta que la llamé Rose. Quise soltar una palabrota en ruso, pero me contuve, ya que mi experiencia me decía que los adolescentes tienden a ser curiosos y descubrir el significado de lo que fuera. Isabrella era la prueba de eso.

- Rose- repetí al ser descubierto- Es así como te llamas, ¿no?] último a la defensiva.

De pronto todo lo del sueño se me vino encima. Quería despertar con Rose a mi lado, y justo en ese preciso momento, quería pasar mis dedos entre su cabello para saber si era tan sedoso y pesado como yo lo había soñado. Estuve a punto de darme con la palma en la frente una vez más, pero me contuve. A penas.

- [color=green][i]Gracias- respondí al ver que me traía el libro que había olvidado en el gimnasio.

Pensé en dejar mis libros más seguido allí, si eso me garantizara que Rose los llevara a mi cuarto y tuviéramos un pretexto para estar juntos un rato más, no sólo en los entrenamientos. Me reprendí mentalmente por pensar algo así.

- No deberías estar aquí a estas horas de cualquier manera- le dije- Lo mejor será que te acompañe hasta tu habitación- propuse.

Me giré y entré en la habitación en busca de una playera y mi abrigo para acompañarla a su cuarto. No pude evitar una sonrisa cuando me giré. Iba a pasar aunque sea unos momentos más con Rose, que si bien no era la de mi sueño, por lo menos si era la real. Ya lo sé, ella me veía como su enemigo, pero yo podía cambiar eso. Al pensar estas cosas, ni siquiera mi represiva voz pudo acallar mi alegría.

Me puse la playera rápidamente. Tiempo, era lo único que quería, tiempo con ella. Me eché el abrigo sobre los hombros, sonriendo aún más por su comentario.

- Nunca sabes donde puede estar un strigoi- reclamé en tono serio, aunque realmente era una broma, los strigoi nunca pasarían las salas mágicas que protegían San Vladimir.

Cuando salí de mi habitación, trayendo la puerta tras de mí, noté que ella jugaba con un mechón de su cabello. Sentí piquetes en las manos que se volvieron dolorosos, de nuevo quise tocarlo. Tuve que cerrar mis manos en puños para reprimir el impulso.

- Vamos, lo mejor es irnos ya para que mañana te levantes a tiempo para asistir al entrenamiento- le dije en broma, intentando no sonreír, pero creo que no conseguí reprimir la sonrisa por completo.

Fue inevitable, tuve que sucumbir ante dos de mis instintos básicos. Pero me estoy adelantando.

Primero sonreí al no poder contenerme más, y fue peor cuando ella sonrió de vuelta. Mis defensas cayeron echas trizas ante esa sonrisa.

- Claro que tengo sentido del humor- le aclaré.

Mi segundo instinto salió luego. Primero me di cuenta que no había soltado el libro que ella me había llevado, y eso me dio tiempo de regresar a mi habitación, dejarlo sobre la repisa que había a un lado de la puerta y regresar con Rose. En si, eso no fue el instinto, sino que salió justo un momento después, cuando puse mi mano sobre su espalda (en su cabello mejor dicho) empujándola para continuar. Solté un:

- Hay que darnos prisa- para despistar.

Sentí una descarga eléctrica que creí ella también debió haber sentido. Su cabello era tal y cómo lo había imaginado. No. Era mejor. Me dejé embriagarme un poco por esa sensación antes de continuar en el pasillo.

OFF: Rose, vamos a conversar a los pasillos XD

Listo Rose, te veo allá https://shadowkissed.forosactivos.net/t78-paseo-a-la-luz-del-sol