Cultura Moroi 4 (Dhampirs y morois)

Estudiar nunca había sido mi fuerte, eso era un hecho. Suspiré, no había nada en el mundo más aburrido que escuchar a una moroi hablando sobre más morois, el funcionamiento de su gobierno, sus costumbres, y toda esa basura innecesaria. Yo ni de chiste ocuparía un cargo en el mundo moroi, de hecho mi plan era salir corriendo al mundo humano en cuanto pudiera, así que estar ahí, en la maldita clase de cultura moroi, era un fastidio.

Mi único consuelo radicaba en los chicos dhampir que había en el lugar. Ellos si que eran lindos, no escuálidos como los moroi. Tenían brazos, piernas y abdomen fuerte, y ni hablar de los diferentes tonos de piel que los hacían parecer pasteles en un aparador, intentando ser más atractivo que el otro. Había algunos que me agradaron sólo con verlos, otros que ni de chiste a pesar de sus lindos cuerpos.

Pero creo que lo que más llamó realmente mi atención fueron las escasas chicas dhampir que había en la clase. No es que al ser escasas llamaran la atención por eso, sino porque estaban. Era sumamente extraño que hubiera guardianas, yo a penas y conocía a unas pocas, y eso sólo de nombre, en persona no había conocido ninguna. Y que decir de mi antigua escuela, era horrible, sólo había morois hablando de política por todos lados. Era mi infierno particular.

Aunque había una chica que llamó mi atención más que ninguna otra. Era la mítica Rose Hataway. Suspiré, parecía que continuaba saliendo a mi camino. Primero porque ella era famosa, había mantenido a una moroi viva ella sola y ni siquiera se había graduado. En segunda porque Dimika era su instructor personal. Y en tercera, cuando nos encontramos en los pasillos mientras yo buscaba a mi desaparecido primo. Lo mejor es que ella se sentaba a mi lado.

- Hola- murmuré muy bajito- soy Isabrella, nos vimos en el pasillo.

La chica parecía tan aburrida como yo, se sentaba detrás de Vasilisa Dragomir, o la princesa Dragomir, la moroi con la que huyó y a la cual había mantenido viva.

- Parece que no soy la única que quiere arrojarle un zapato a la profesora para que deje de hablar- comenté al ver su cara de aburrimiento.

- No, ni idea de donde se metió, se supone que debería estar aquí, en clase- me quejé.

La maestra se aclaró la garganta, en un claro intento por hacernos callar y prestar atención. La ignoré olímpicamente y continué hablando. Lo mejor que me podía pasar era que me sacaran y me dieran más tiempo de buscar a Christian.

- Oye, se rumorea que el guardián Beikov te entrena personalmente- comenté- Eso es impresionante. Sólo puede significar dos cosas: o que eres sumamente importante o que causas muchos problemas- le sonreí- Si es lo segundo, supongo que ya somos dos.

Si bien, Dimika era mi amigo, no podía llamarlo por su apodo frente a toda la escuela, además, a penas comenzaba a conocer a Rose Hataway.

- Muy listo- me quejé.

Escuché atentamente su respuesta, se notaba a primera vista que no le agradaba Dimika, pero supongo que en general no le agradaba ninguna figura de autoridad, y cuando mi amigo se ponía en plan "profesor/guardián" bueno... no era sencillo romper el hielo para conocerlo bien. Apostaba lo que fuera a que la torturaba en el entrenamiento.

- Si, bueno, supongo que con el paso de los días te enterarás- murmuré algo apenada, pensando que cuando ella supiera de mi amenaza ficticia se iría como todo el mundo creyendo que yo me convertiría por voluntad propia en strigoi- Como sea, Belikov no es tan malo, hasta donde yo sé, quizá debas tratarlo mejor- propuse, intentando levantar un poco la reputación de mi amigo desde la perspectiva de la chica.

Me percaté de la chica a la que había observado, se lanzaron una mirada asesina antes de que la rubia con apariencia de muñeca de porcelana y su amiga comenzaran a reír. La chica rubia me dio miedo, era exactamente igual a esas muñecas que yo odiaba tanto.

- ¿Qué hay de ella?- le pregunté- ¿Tanto la odias como para intentar un asesinato con la mirada? Yo propongo que le prendamos fuego- bromeé, aunque cierta parte quería prenderle el lindo vestido en llamas y dar por terminada la clase antes de tiempo.

Dimitri.... no Belikov, igual que ella era sólo Rose en lugar de Hataway cuando él hablaba de ella. Si mi instinto no estaba equivocado, algo comenzaba a cocinarse entre ellos. Me reí a carcajadas de sólo pensarlo.

- Señorita Isabrella- me llamó la atención la profesora- Estamos en clase.

- Lo noté justo cuando comencé a quedarme dormida en la banca- le respondí irritada.

- ¿Necesita una visita por la oficina de la directora?- me preguntó.

- No, gracias, ya la conozco.

Sabía de antemano que no podía salir bien librada de esta situación, siempre que una figura de autoridad se dirigía a mí, era inevitable que respondiera mal. Mi única opción, a pesar de no quererlo por mi bajo control en el tema, fue crear una distracción. Me concentré lo más que pude en los pies de la tal Mia, que estaban cubiertos por unos zapatos de tacón estilo asesino serial, de esos con los que puedes sacar ojos. La chica se puso en píe a la par que la maestra continuaba gritando, ni idea de qué decía, la ignoré por completo. Rose me agradaba, y quería complacerla un poco, hasta donde había notado, esa tal Mia la estaba molestando, decía algo en contra de ella, se notaba a simple vista. Y ya que Rose y yo podíamos ser amigas, era mi deber molestar a sus enemigos.

Mia se puso en pie de un salto, con los ojos llenos de lágrimas. Según mis planes la idea era sólo provocar un poco de calor en sus pequeños tacones, pero parecía que había conseguido un poco más. La atención se desvió de mí hacia ella. La profesora siguió gritando, pero no por la misma razón.

-¿En qué estábamos?- le pregunté a Rose mientras el salón al completo buscaba la razón por la que Mia había comenzado a bailar, brincando de un pie al otro- Oh, si, en que Belikov no es el monstruo que pensabas- me reí- Mi antiguo guardián es amigo suyo, yo lo conozco por él y no me parece tan malo.

Me intrigaba la relación que ellos tenían, o que fingían no tener. Como sea, esperaba que la profesora se llevara a Mia a la enfermería antes de que me doliera la cabeza por intentar ser casual y a la vez quemarle los pies a esa tipa. Si ella se iba yo podría hablar el resto de la clase con Rose.

Entre todo el alboroto, la maestra se había llevado a la moroi. ¡Gracias al cielo! suspiré contenta de no haberle prendido los pies en llamas, por lo regular no me podía controlar, pero esa vez me superé. Ahora podía conversar abiertamente con Rose. Esa chica de verdad me agradaba. En cuanto la maestra se fue con Mia, todo el mundo estalló en un caos de conversaciones y nosotras no fuimos la excepción.

La escuché de nuevo.... Dimitri.... Volvió a llamarlo por su nombre, esto sonaba raro. Pero por otro lado, también le daría una lección a Dimika con respecto a las relaciones. Y si le agregamos que estaba ligeramente molesta con él por insinuar que estaba deprimida... Bueno, un escarmiento no le vendría mal.

Procuré no levantar la ceja derecha cuando repitió su nombre, pero creo que fracasé en el intento, era un reflejo de impresión o incredulidad. Inevitable.

- ¿Crees que no?- reclamé- Él y Kostia me ponían a correr todas las mañanas y tardes cuando no tenía nada que hacer.

Me callé de golpe por dos razones: la primera es que había llamado a mi guardián por su diminutivo, como se suponía que no debía hacerlo; la segunda, porque había confesado que un par de guardianes habían estado entrenando a una moroi como dhampir. Esperé a que dijera algo, rogando porque no se hubiera dado cuenta de ninguna de las dos cosas.

- Constantino, mi guardián- dije con fingida indiferencia- En la escuela a la que asistía a Roma tenía un guardián personal. Belikov y él se llamaban mutuamente por sus diminutivos, así que se me pegó algo- intenté excusarme.

Pero la mirada que Rose me lanzaba no ayudó mucho. Ella lo sabía, y si no lo sabía comenzaría a sospecharlo. Suspiré abatida, si no se lo decía yo, probablemente lo sabría por alguien más.

- Kostia se volvió mi mejor amigo luego de muchos años de odiarlo porque era quien limitaba mis salidas a alguna situación protegida que los guardianes pueden controlar- confesé- Es por eso que lo llamo así.

Desvié la mirada, sintiéndome expuesta ante Rose, ella tenía uno de mis secretos mejor guardados, pero también uno de los más peligrosos. Aunque, pensándolo de otra manera, esta era la prueba de fuego, si ella no decía nada a nadie, yo sabría que puedo confiar en ella.

- Si- respondí con una sonrisa, Rose se notaba cada segundo más interesada en Dimika- Belikov y Kostia fueron juntos al instituto. Luego, cuando se volvieron guardianes, se visitaban mutuamente en sus vacaciones.

Me estremecí al recordar nuestras últimas vacaciones juntos. Luego continué con el tema.

- ¿Cómo es él de entrenador? Yo siempre lo he visto muerto de risa tirando a Kostia cada vez que puede. No me lo imagino enojado y gritándole a todo el mundo.

- Prometo que luego me pasaré al gimnasio- dije seriamente, quizá su invitación me serviría de excusa para entrenar en serio con Dimika. Competir con ella sería interesante.

Por alguna razón la imagen que Rose me daba de mi amigo no sonaba muy real, yo hubiera creído que me dijera que estaba todo el tiempo tirado en un lado, con una western en las manos. Por lo regular eso hasta que de pronto se pone de pie, da tres patadas y se burlaba de Kostia. Suspiré, recordando esos días.

- Pues algún día de estos deberías pasarte por mi cuarto cuando esté Dimi... tri- a penas y pude corregirme- Le gusta burlarse de mí.

Rose me inspiraba confianza, no había otra forma para llamar a eso. Y en parte era malo, mis experiencias anteriores con amigas no habían sido buenas.

- ¿Cuándo tendrás tu siguiente entrenamiento? Prometo que ahí estaré- le dije sonriente, pensando (quizá equivocadamente) que comenzaba a tener una amiga.

- Bien, iré mañana- le prometí.

Y era la verdad, haría una gran aparición aunque Dimika se enojara, que apostaba lo que fuera a que así sería, se molestaría porque interrumpiría sus clases... entre otras cosas si mis sospechas eran ciertas.

- Y ¿qué se supone que hacen en San Vladimir para entretenerse?- le pregunté.

- Eso debe ser chiste- repuse, no me podía imaginar un mundo donde alguien como Rose no encajara. Ella era agradable.

Fiestas... no había asistido a una desde hacía años, cuando pusieron a Kostia como mi guardián, ya que él podía pasar muchas cosas por alto, peor no que me embriagara.

- Deberíamos hacer nuestra propia fiesta, sólo personas selectas. Como yo no conozco a nadie, así que tú podrías hacer la lista de invitados- sonreí- Mi cuarto está disponible todo el tiempo.

Ver la habitación que la reina Tatiana y mis padres, con tanto aprecio me habían preparado para mi, siendo un caos, sería genial. Sonreí todavía más ante esto. Me propuse tomar muchas fotografías durante la fiesta para que ellos se enteraran de todo.

¿Ojos puestos en ella? Casi me reí, por lo visto ella era la única que no sabía por qué yo estaba en San Vladimir. Si bien, su llegada hizo que la atención se desviara un poco y la mayor parte de la escuela me dejara en paz, muchos aún continuaban molestándome. Era un hecho que no era a ella a quién tenían que supervisar mientras estaba con los alimentadores.

- Eso sería irrelevante, quizá te sirva para volver a ser quien eras en el círculo social- me reí a carcajadas, había sonado a mi madre. Unos dhampir de las bancas contiguas me vieron como si estuviera loca, probablemente si lo estaba- La oferta sigue en pie y no expirará hasta que yo me vaya de esta escuela- le informé.

Sonreí ante su último comentario, pero luego hice una mueca.

- No puedo garantizar que me quede- reconocí- Hasta ahora he tenido suerte- murmuré, pensando que hasta el momento mis padres no habían echo algo para hacerme regresar a Roma.

Una parte de mí quería volver, pero la otra estaba comenzando a sentir que éste era mi nuevo hogar. Si Kostia viniera, probablemente yo estaría completamente feliz.

- Pero no importa que no sea una fiesta oficial, si sólo quieres huir de esas ZORRAS- levanté la voz hacia las amigas de la chica con los pies ardiendo- las puertas de mi cuarto siempre estarán abiertas para ti y tus amigos.

Y se lo decía en serio, yo tampoco había encontrado muchos amigos reales, y ahora que hallaba una con potencial de serlo, quería comenzar con el pie derecho.