Huyendo del mundo (Rose)

- Nada, tu no entiendes nada- le dije con amargura.

¿Por qué a mí? ¿Por que justamente ella? ¿Por qué ahora? Si esto hubiera pasado en otro momento, como por ejemplo en mi adolescencia, habría tenido la oportunidad real de plantear,e otras posibilidades. Eso se había acabado, ahora era un adulto y la vida de personas dependían de mis decisiones.

Aunque quería, no podía dejarme llevar.

Nunca antes había odiado mi vida y lo que era como en ese momento. Ser un dhampir a cargo de proteger morois nunca había pesado tanto. Y todo me cayó encima, derribando mis defensas, haciéndome vulnerable.

Y me incliné para volver a besarla.

Mi cerebro soltaba una grosería tras otra en varios idiomas, ruso e inglés principalmente. Maldecían que yo estuviera haciendo eso, que no pudiera hacerlo libremente y con más frecuencia, las leyes, la vida, la suerte, todo lo que nos obligaba a estar separados. Sobre todo porque besarla era maravillosamente delicioso.

La atraje más hacia mí, para tenerla cerca. Si el infierno iba a salir, que saliera de una vez. Cualquier cosa por que ese beso continuara. Era como traer a la vida mi sueño de la noche anterior. Miento, era mejor porque era la realidad.

Nadie nos veía gracias a los arbustos. El mundo se disolvió en cuanto mi boca tocó la suya. Esos labios que me volvían loco, que me hacían querer cada vez más.

En venganza a una acción de su beso anterior, le mordí ligeramente el labio inferior, provocándola como ella lo hizo conmigo.

Rose me volvía loco, endemoniadamente loco sólo por ser quien era, regresarme el mordisco sólo empeoraba las coas. Me hacía desear más.

Ella tiró más de mí hacia ella, haciéndome perder un poco el equilibrio, tuve que apoyarme en un árbol para sostenerlos a los dos. Me faltaba el aire, pero eso no importaba mucho, ella estaba ahí, con sus labios en los míos, devorándome literalmente. No pude reprimir la sonrisa cuando la escuché quejarse por mi mordisco, y todavía menos la pude reprimir cuando me di cuenta de lo feliz que era. Tan estúpidamente feliz como un adolescente.

Me separé de ella, poniendo mi frente contra la suya, necesitaba aire, pero en cuanto estuve en condición de continuar, volví al ataque.

NO, NO, NO! Eso era lo que mi mente gritaba a todo pulmón. Esto estaba mal aunque se sintiera muy bien. Quería más, mucho más, si; pero no era lo correcto.

Su cuerpo estaba mucho más cerca del mío y comprendí la frase: dos partes de algo perfecto. Algo perfecto y prohibido. Me alejé de ella una segunda vez, manteniéndola a cierta distancia tomándola por los hombros. Maldije en ruso, de hecho era la palabra más fuerte que me sabía. YO QUERÍA MÁS!.

- Basta Roza- reclamé, como si en un primer momento ella hubiera iniciado con la segunda ronda de besos. De cualquier manera, mis palabras sonaron como si implorara... de nuevo.

Sea como fuera, yo continuaba queriendo más.

- No, Rose, yo lo siento- le dije con fingida calma- Esto nunca debió pasar. Lo mejor es que regresemos con los Ozzera para aclarar la cabeza. Hay que olvidar que esto pasó- propuse.

La solté porque sentía la necesidad de apretar los puños hasta que me hiciera daño en las palmas, y no quería tener sus brazos en mis manos cuando eso pasara. También quería golpear algo, probablemente si el destino tuviera rostro, yo estaría borrándolo con mis puños en ese momento. No era una persona violenta regularmente, pero debía sacar mi frustración de alguna manera.

Y ahí seguía ella, siendo tan hermosa como siempre, tan hermosa que dolía.

- Si, lo mejor es que lo olvide alguno de los dos- repuse.

Y sin poder evitarlo volví a acercarme a ella y besarla. Sólo una última vez, sólo eso, un recuerdo de sus labios aunque fuera, mejor eso que quedar enojados el uno con el otro.

Me aparté violentamente y la precedí rumbo a la casa de los Ozzera.


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OFF: Rose, siempre es un placer rolear contigo.