Cocina (primera planta)

Honestamente, tenía hambre. Haberme enojado y no comido me había salido contraproducente. Ahora, me moría por un sándwich aunque fuera.

Había dejado a Isa dormida sobre mi cama cuando comenzó a rugirme el estomago, razón por la cual la había dejado a regañadientes y me encaminé hacia la cocina. Le pediría a Stiva que me preparara algo.

Entré como un huracán, pateando la puerta como James Bond para sorprender a Stiva en pijama comiendo su razión diaria de helado de chocolate. Hacía eso todas las noches antes de lavarse los dientes e irse a la cama. Me reí a carcajadas cuando vi su cara y escuché todas las maldiciones en ruso que dijo, aunque he de admitir que me doló un poco la cara cuando me reí.

Stiva era un hombre bajo, o bajo para mí al menos, y un duende para Dimka. Tenía unos cuarenta y muchos años, moroi de clase media con grandes ojos verdes de mirada bondadosa. Así que incluso cuando intentaba mirarme con reproche, no lo conseguía del todo.

- Que bien que te duele, es lo menos que te mereces por el susto de muerte que me acabas de dar- reclamó en su precario inglés. Si mi acento ruso era muy marcado en comparación con el de Dimka, el de Stiva era excesivo.

Me senté sobre la mesa que en realidad era algo parecido a una barra. Como fuera, me quedé ahí.

- Tengo hambre- le dije.

- Tu siempre tienes hambre- refunfuñó, pero igual me pasó el vaso con nieve y se puso a cocinarme algo.

Y justo en ese momento Rose Hataway entró para unirse a la fiesta.

- Buenas noches guardiana Hataway- saludé mientras ella abría la lata de soda. Se me quedó viendo, notoriamente sorprendida por el daño de mi cara.

- Claro que no nos molesta, toma lo que quieras- dijo Stiva, aunque su comentario sonó con más rudeza de la necesaria, continuaba molesto conmigo.

- Si, bueno, ya es algo tarde para ponerme carne. Esto ya está morado- comenté- Pero, toma asiento, únete a la cena- cuando vi que ella se disponía a sentarse en la pequeña mesa circular que había en el lugar intervine negando con la cabeza- Esa es sólo para cumpleaños y días festivos, nosotros comemos sentados en la barra, de pie o bailando.

Stiva se rió y asintió con la cabeza, al tiempo que con el mango de la espátula encendía el reproductor de CDs que en ese momento comenzaba con The Clash y su Should I stay or should I go. Le indiqué a Rose que se sentara a mi lado. Nuestro chef volvió a su labor.

- Honor a quien honor merece. Nuestra misión es mantener a los moroi con vida y tu lo hiciste de maravilla - reconocí.

Stiva asintió con la cabeza mientras hacía girar la carne en el aire y la atrapaba con la espátula.

- No creas, mi expencia con golpes no es tanta, sólo tres strigoi- le respondí- Oh, vamos, el baile te levanta el ánimo y te da adrenalina.- levanté los dedos índice al aire y comencé a fingir que bailaba, yo no era muy bueno en eso.

Me agradaba Rose, se notaba que era una chica sensata. Tanto como Dimka....

- ¿No has visto a Dimitri?- le pregunté en tono de juego, aunque realmente quería saber lo que pasaba con ellos y esa era una buena forma de comenzar a enterarme. Tampoco lo llamé por su diminutivo ya que no sabía si ella me comprendería. Como fuera, quería saber qué había entre ellos.

El hecho de que se incomodara me dio la razón. Había algo entre ellos. Sonreí y esperé su respuesta.

Asenti en agradecimiento por el comentario enserio se sentia bien que para variar alguien no me retara por lo que habia hecho.
Me rei un poco al verlo bailar no ra bueno, pero era raro encontrar un Dhampir que lo fuera, el unico que me seguia el paso en las fiestas que soliamos hacer era Mason.

Pero la sonrisa divertida se borro en cuanto menciono a Dimitri, mi expresion cambio por un segundo para luego recomponerse a lo que pretendia ser una cara de indiferencia. -No, no lo veo desde la cena - menti olimpicamente mientras le daba un sorbo a mi gaseosa. Si el queria que me olvidara parecia que el universo queria que no. Porque tenia que ser todo tan malditamente complicado. -wow asi que tres Strigoi - dije con admiracion y bastante interesada en cambiar de tema, ya empezaba a sentir esa rabia que habia tenido antes cuando Dimitri y yo no escontrabamos solos, debi acalmarme. - supongo que fue fuera de la corte, no me imagino a un grupo de Strigoi aqui - mencione como si fuera obvio la corte era una fortaleza.

Sabía que mentía, o lo sospechaba.... El hecho de que quisiera cambiar de tema no ayudaba a su credibilidad. Sin duda, había estado con él, lo cual me indicaba una larga charla con mi amigo como su terapeuta de cabecera.

- No es para tanto, Beliokov tiene seis- dije con fatalismo. Por más que a los chicos les emocionara, nunca era agradable matar a un strigoi que antes fue dhampir, humano o moroi.

- Todo tiene su merito- intervino Stiva para levantarme el ánimo. Él sabía mi sentir.

- ¿Quieres nieve?- le pregunté a Rose extendiéndole el bote- Y mientras tanto me puedes contar cómo te va en los entrenamientos con Dimitri.

Si debía, la presionaría, peor necesitaba saber qué era concretamente lo que ella esperaba de Dimka, hasta donde podían llegar, y lo más importante, qué estaba dispuesta a arriesgar. De ser necesario, podría echar a Stiva fuera de la cocina para que no se sintiera incómoda.

Sonreí, dudando realmente que Dimka fuera un pesado. Recordé nuestros días en la escuela, él un par de años por encima de mí. Yo conocía a nadie y él me acogió como lo más cercano a un mentor. Claro que lo mío no tenía ni pisca de parecido con lo de Rose.

- Créeme, algún día se lo agradecerás- le dije, sonriendo ante los recuerdos de mi vida en la escuela.

- Ya está la comida, ahora me voy a la cama. Con su permiso guardiana Hataway. Niño- me dijo eso último a mí. Como siempre, él pensaba que yo me comportaba como un niño. Suspiré.

Stiva nos había dejado filetes, dos enormes filetes para cada uno. Se veían deliciosos, lo mejor es que a su lado pure de patatas. Se me hizo agua la boca.

- ¡GRACIAS!- le grité a Stiva- Al ataque- incité a Rose.

- Ajajajaja, si, ese hombre es es mi orgullo- bromeé- Podrías quedarte aquí, pero Isa, Ivashkov y Dimitri te echarían mucho de menos

Seguiría presionando hasta obtener una respuesta. Necesitaba saber sus sentimientos hacia él. Corté un trozo grande de carne y me lo llevé a la boca. Como siempre, estaba delicioso.

Esperé una respuesta de su parte, lo único que deseaba era que (si Ivashkov decía la verdad) Rose no me preguntara por mi relación con Isa. Como fuera, y si era necesario, le respondería honestamente si recibía lo mismo de ella.

- No aún, ¿por qué? A caso hay algo que yo no debería saber...- levanté las cejas para incitarla, luego me eché a reír, de pronto se había puesto tensa. No pude evitar ponerme serio- Sé que ambos son unos cabezotas, pero sabes que tienes más opciones, ¿cierto?

Sabía que ella me comprendería, que entendería que había otras opciones para ellos. Ambos eran fuertes y estaban entrenados, toparse con un strigoi les sería pan comido. Por otro lado, su condición semi humana de no necesitar sangre les permitía llevar una vida normal que le sería difícil a un moroi.

Me llevé otro pedazo de carne a la boca. De pronto ya no me supo tan bien... Pensé en Isa y en mí, en que nuestras posibilidades (de ser verdad lo que Ivashkov había dicho) eran muy reducidas. ¿Dónde conseguiríamos alimentadores? Ella no podía estar mucho tiempo expuesta al sol. Sería yo sólo contra los strigoi, y si bien daría mi vida por ella, no garantizaba que a mi muerte ella estuviera a salvo.

- Él es mi mejor amigo, y siempre estaré ahí para él. Pero tu debes saber que también cuentas conmigo. Eres importante para Isa y Belikov, por lo tanto eres importante para mí- intenté sonreír a la ligera, pero la tensión estaba ahí.

Suspiré. Hacer de cupido iba a ser más difícil de lo que había pensado.

- Ustedes tienen la ventaja de tener opciones reales. Yo sé que te parece deshonroso dejar a la princesa Dragomir, pero a veces hacer las cosas con egoísmo es la única manera de sentirnos realmente felices

Me encogí un poco, de repente deprimido, pensando que ellos no tomarían la salida "sencilla" y que Dimka quedaría destrozado. Así era él, esa clase de persona que parece fuerte y lo es... hasta que se atraviesa la horma de su zapato.

Me tensé de pronto, poniéndome derecho sobre la barra.

- No sé de qué me hablas- sonó casi cortante, pero eso no podía ser cierto, en todo caso, estábamos aquí para hablar de ellos, no de nosotros.

- Dimka es un cabezota - dije en ruso, cuando vi su confusión, aclaré- Dimitri es un cabeza dura, pero igual, incluso con él, a veces pueden pasar cosas. Lo creerán un dios, pero ses igual de mortal que todos.

Suspiré cuando continuó con lo de Isa, no lo iba a dejar pasar.

- No es cierto- volví a sonar rudo, pero es que sus palabras me recordaban mucho a las de Ivashkov- Ella sólo me ve como su guardián porque eso es lo que soy. No hay más opciones porque no hay nada entre nosotros.

Levanté una ceja ante su comentario.

- Es a caso que practicaron como se hacen los bebes- bromeé, echándome a reír.

Y luego volvimos al escabroso tema de Isabrella....

- Eso no es cierto- me reí sin ganas- A ella le gusta Ivashkov, prueba de ello es que estuvieron juntos. Yo sólo soy su guardián. Y aunque tu e Ivashkov crean que es cierto, no hay nada más entre nosotros. No hay opciones para mí.

- ¿Más atención?- me burlé- Es lo único que hago- me callé de golpe, dándome cuenta de que volvía a admitir en voz alta que yo quería a Isa. Luego suspiré, ya que lo había confesado, lo de menos era que alguien más lo supiera, y Rose parecía una chica en quien confiar- Podrá parecer fría, pero Isa es una persona agradable. Ella trata así a todo el mundo porque es una buena persona. Ella me ve como su mejor amigo- sonreí con tristeza- Eso es todo lo que hay.


Tomé otro bocado de comida, bajé de la barra y fui a por una cerveza. Esto era demasiado para mí, además, sería mucha mi mala suerte si justo en el momento en que consumo alcohol se le ocurre a un strigoi atacar. Regresé a la barra, a mi lugar original. Me vi la punta de los converse durante un momento, pensando que necesitaba lavarlos y luego continué:

- ¿Qué hay contigo? ¿Cuáles son tus pretextos para no aceptar a Dimitri?

- La madurez apesta- me quejé- ¿Quieres una cerveza?- le pregunté, y sin esperar respuesta le entregué la mía, que seguía cerrada y fui a por otra.

Suspiré cuando estuve frente al refrigerador, sin saber por qué realmente lo hacía. Dios! Me estaba volviendo tan dramático. Regresé con Rose y abrí la cerveza, le dí un largo trago, hacía años que no tomaba.

- Tiempo es lo que me sobra, si quieres puedes expresarte mejor.

Cualquier cosa, que me dijera lo que quisiera con tal de no hablar más de Isa. Yo era su cupido, o eso se suponía, no ella el mío.

- Pero pueden vivir con ello. Si ambos quisieran. Los dos van a ser guardianes de la princesa Dragomir, es cuestión de poner las prioridades en orden. Yo sé que en caso necesario Dimitri lo hará, estará preparado como siempre para protegerla. Supongo que la pregunta radica en si tu puedes hacerlo

Comí otro poco de carne y bebí más cerveza. Comencé a relajarme de nuevo, esto de ser Dr. Phill de alguien más era mucho mejor que hablar de mí, me ayudaba a olvidarme de mi reciente problema.