Sala (planta baja)

La señora Samantha me había dicho que guiara a los invitados y les mostrara sus habitaciones. Francamente, tenía demasiada flojera para hacerlo realmente, así que lo único que se me ocurrió fue hacerlos pasar hasta la sala. Ya ahí, me dispuse a hablar.

- La señora Samantha dispuso que Ivashkov ocupara la habitación que está más cerca a ellos. La segunda puerta por el pasillo. La guardiana Hataway- le di ese título porque realmente creía que lo merecía. No es sencillo mantener a un moroi con vida, y menos si estás solo y con los humanos- ocupará la habitación verde. Cuarta puerta. Te agradará saber que es la más cercana al baño- le guiñé un ojo- Dimka se quedará en la que está a un lado de la mía- le dediqué una mirada cómplice y ambos reprimimos una carcajada- Segunda puerta del tercer piso. Isa, como siempre, se quedará en su habitación. Estoy a su disposición en la primera puerta del tercer piso. Excepto para ti, que los strigois hagan lo que quieran contigo- le dije a Ivashkov- Están en su casa, literalmente, pueden disponer de todo en ella como mejor les plazca.

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OFF: Si quieren pueden ir a sus cuartos o entablar conversación aquí. El tema continua para ir y venir dentro de la casa.

No me había encantado la idea de que me pusieran tan lejos de Rose, y menos todavía que pusieran a Ivashkov tan cerca. Poco le faltaba a ese chico para acosar mujeres por si mismo, no quería saber lo que podía hacer con una oportunidad. Pensar esto me hizo apretar los puños cuando sentí una ajena necesidad de estrangular al chico.

Kostia se desplomó en el sillón, cómodamente, igual que siempre. Sonreí, ese chico no iba a cambiar por nada en el mundo. Me lanzó una mirada de "No te pongas así, estamos en el lugar vampiro más protegido, siéntate". Suspiré. Si, Constantino Demetrevich no iba a cambiar nunca. Como sea, igual me senté.

- ¿Qué has hecho desde la última vez que te vi?

Kostia no había respondido, de hecho ni siquiera tuvo tiempo, Adrina le había pedido que le mostrara su habitación. No, imploró una voz dentro de mí, estando muy segura de que eso no iba a tener un buen final. Quería ir con ellos, y estuve a punto de ponerme en pie y ofrecerme a hacerlo yo misma cuando Kostia me lanzó una mirada que había visto pocas veces en el pasado y nunca dirigida a mí. Supe que no tenía más opción que quedarme donde estaba a esperar lo peor.

Ellos se fueron y a mí se me encogió el corazón.

- Acompáñalos- incité a Dimka.

Simplemente negué con la cabeza. Conocía bien a mi amigo, obviamente, y estaba seguro que no remitiría en sus intentos, así que darle esta oportunidad era la mejor opción antes de que su frustración creciera e hiciera algo de lo que podía arrepentirse.

Sin embargo estuve alerta, a la espera de que un ruido fuera de lo normal, o la falta del mismo, delatara una pelea física. Ellos podían decirse lo que quisieran, hasta amenazarse de muerte, pero no dejaría que Kostia lastimara a un moroi, aunque ese moroi fuera Adrian Ivashkov

- Es que tu no lo conoces- le dije a Rose- Si Kostia se enoja de verdad, puede lastimar en serio a Adrian.

Me puse en pie y comencé a deambular por la sala. Quería ir a ver lo que pasaba, saber que Adrian estaba bien. Y por si esto fuera poco, Dimka estaba ahí sentado, tranquilo como siempre, atento a su alrededor porque eso es lo que siempre hacía. No comprendía por qué él no temía por la vida de Adrian.

Cinco minutos, eso es todo lo que le daría para que hablaran, y si escuchaba algo sospechoso seguro que iba a ir corriendo para detenerlos aunque tuviera que prenderlos en llamas.