Habitación a rayas

Me había quedado estático, completamente inmóvil sobre la cama de la habitación que me había sido asignada para mi estancia. No lo podía creer, el día anterior parecía salido de un sueño que de pronto se tornó pesadilla. Primero hacía uno de mis sueños realidad y al siguiente segundo la verdad me golpeaba en la cara y teníamos que dejar las cosas peor que como estaban antes. Si los días previos habían sido de molestias entres Rose y yo, ahora serían un martirio; llenos de vergüenza y miradas esquivadas.

No supe cuándo me quedé dormido, en un segundo estaba inconsciente, saltando de una pesadilla a otra, todas con el mismo tema, mi destitución (que era el menor de mis problemas), el encarcelamiento y por último, la mirada de Rose cuando la separarán de la princesa. Una noche espantosa que me dejó hecho polvo.

A la mañana siguiente seguía en la misma posición, con los músculos agarrotados, ligeramente atrofiados por el dolor cuando alguien llamó a mi puerta.

OFF: Ya lo sé, es de locos que rolee conmigo mismo pero no me importa. Si alguien quiere llegar y molestar es un placer XD.
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Llamé sólo una vez a la puerta antes de entrar como si fuera mi cuarto. La idea era darle la oportunidad de que guardara las revistas indecentes. Bien, bromeo. Pero el punto es que entré al cuarto de Dimka como si fuera el mío y me senté en la silla más cercana.

- Te ves del asco- le dije francamente.

Y es que en realidad se veía así. No es que tuviera ojeras o estuviera pálido, era algo peor, su tan meticulosamente elaborada máscara de guardián se había venido abajo. Ahí estaba el Dimka real, el que sufre y siente, el que se muere por Rose.

- Ayer platiqué con Rose largo y tendido en la cocina. Sé que te quiere como tu a ella, pero tampoco se acerca por la misma razón- levanté la mano para hacerlo callar cuando abrió la boca para refutar- Y antes de que digas algo estúpido. Por una vez en tu vida, disfruta lo que te ponen en el camino

Listo, ya lo había dicho, ahora si podía maldecirme y golpearme la cara.

Disfrutar lo que ponen en mi camino..... Quería darle un buen golpe en la cara a Kostia, pero me contuve recordando que él era mi mejor amigo, demás, las marcas de su pelea con Ivashkov me hicieron tenerle un poco de lastima. Ahora, pasado un día, el moretón se le veía tan oscuro que cualquiera pensaría que un guardián con entrenamiento le dio una paliza, pero yo no era tan malo como para echárselo en cara.

- Lo que ella si entiende, en comparación con cierto guardián irresponsable, es que hay vidas en nuestras manos y que no podemos dejarlas por el egoísmo- le dije seriamente.

Él, en una acción muy a la Constantino Demetrevich, puso los ojos en blanco. No esperaba menos de él, al fin y al cabo era sólo un chico tonto, bien, quizá eso no sea cierto, pero para él la vida siempre parecía más sencilla.

- ¿Y qué me dices tu, vas a proteger al amor de tu vida?- nos reímos juntos y de buen grado ante mi dramatización, aunque yo sabía que en cierta parte, él si iba a proteger a la persona que más amaba en ese momento.

Puse los ojos en blanco, en serio que con ese par de cabeza duras nunca se podía razonar. Ellos no comprendían que lo tenían todo más fácil. Su mente estaba inundada por toda esa basura de guardián que nos habían metido en la cabeza desde chicos. Estas eran las consecuencias de todas esas patrañas.

Que si, debíamos proteger a los moroi la mayoría del tiempo, pero siempre se me había echo de lo más injusto no poder tener una vida a parte. Que éramos algo parecido a guardaespaldas, no esclavos de los morois.

Y entonces tenía que tocar el tema. Como si yo hubiera hecho algo con Isa. Apostaba mi brazo derecho que él por lo menos había llegado algo más lejos con Rose. Hice una mueca y me desplomé en el suelo frío, sintiéndome algo mal.

- No sé que voy a hacer. Ayer nos dijimos que nos queríamos, pero no dijimos todo. O por lo menos yo no lo hice.- suspiré- De verdad que quiero decirle toda la verdad aunque sea una vez, pero necesito tiempo Dimka. Aunque no lo creas, las cosas no son tan sencillas. Sus padres me matarían si se enteran. Ella es de familia real, me darían caza si intento hacer una vida a su lado

Esperé por una respuesta sabia de mi amigo, él siempre tenía un consejo que darme, y en ese momento, más que en cualquier otro, lo necesitaba.

Suspiré, o mejor dicho, bufé. Me molestaba, quizá nunca lo diría en voz alta, pero el hecho de que mi vida no fuera mía ni siquiera para arruinarla, me molestaba como no tienen idea. Aún podía sentir las manos de Rose sobre mi piel y sus labios en los míos. Era desesperante, era agobiante. Me desmoronaría en cualquier momento. O mejor dicho, un chico normal, de eso que van a la escuela, tienen una familia, un trabajo que odian pero por el cual trabajaron toda la vida; esos si que se podían desmoronar. Yo era el guardián Belikov, el que tenía una reputación que lo precedía. El gran prodigio de guardián que pasó de ser un niño violento a el mejor guardaespaldas de morois. Pero era mi obligación, era ese granito de arena que debía poner sobre la montaña. De no existir los morois, no existiríamos los dhampir. Por mucho que Kostia, Isa, Rose o yo pudiéramos quejarnos, las cosas son así y no podemos cambiarlas.

Me moví un poco de la cama, masajeando mi hombro izquierdo, el cual dolía más que el resto. Era como si alguien me hubiera clavado una navaja justo ahí. De verdad que no comprendía cómo pude pasar toda la noche tirado ahí, como una tabla a la deriva en el mar. Moví un poco la cabeza, para destensar el cuello. Eso se sintió un poco mejor y ayudó al hombro. Entre tanto, escuché atentamente a mi amigo. Suspiré de nuevo. Pobre tipo, por más que quisiera hacer las cosas, si los señores Ozzera se enteraban de la verdad, las cabezas roadarían y la prinera sería la suya. Por otro lado, él tenía la enorme suerte de ser correspondido. No quiero decir que yo no, sólo que a mi parecer, para él era más sencillo. Kostia nunca ha sido el chico que sigue las reglas, saltarse otra no me parecía complicado para él, sin embargo, se notaba a primera vista que algo de lo mucho que le dije en nuestro periodo de escuela si que sirvió, al menos comprobé que no siempre hacía lo que quería, que sabía de prioridades, y que aunque las suyas no coincidieran con las del resto, sabía dónde debía estar y cuál era su lugar. Pobre chico, no hay nada peor que ver sufrir a un joven.

- ¿Por qué no disfrutas el tiempo que estemos aquí? Además, podrías portarte como es debido para que los Ozzera te envíen a San Vladimir con Isa- o esa era la esperanza. Sabía que de quererlo, Kostia puede controlarse.